Existen ciertos factores que están implicados en el desarrollo del acné, otros que lo pueden empeorar o perpetuar:
Hormonas: Los andrógenos (testosterona y derivados) son unas hormonas sintetizadas por los ovarios, los testículos, la suprarrenal y en menor medida por la glándula productora de grasa de la piel. Su papel en el desarrollo del acné está bien caracterizado y confirmado, generalmente las personas que sufren de acné tienen niveles de andrógenos en sangre más elevados que las personas que no lo padecen, aunque suelen persistir dentro de los límites normales.
Otras hormonas que se asocian con el acné son: la hormona de crecimiento, la insulina, el factor de crecimiento similar a la insulina; la primera hace que aumente los niveles sanguíneos de las otras dos, principalmente del factor de crecimiento similar a la insulina, y esta última hace que se aumente la proliferación de células que revisten la parte interna del folículo, las glándulas productoras de grasa y en estas glándulas induce un aumento de su producción.
Dieta: Se cree que las dietas ricas en harinas y lácteos empeoran y favorecen la aparición de acné, principalmente porque al comer muchas harinas, en la sangre se aumentan los niveles de insulina y del factor de crecimiento similar a la insulina (descrito en el punto anterior), aunque hacen falta más estudios para apoyar esta asociación.
El estrés: Similar como sucede con la dieta se cree que el estrés lleva al aumento en sangre de una hormona que estimula a las glándulas productoras de grasa para aumentar su producción, además que aumenta la activación de los andrógenos (testosterona) llevando a aumentar la producción de grasa en el folículo piloso, pero no existe evidencia científica que apoye la asociación de estrés con aumento de lesiones de acné.
